España: ¿en qué catacumbas han permanecido ocultos unos y otros todos estos años?
Banderas de la República española y del nacionalismo gallego. / Xurxo Lobato
Por Antón Luaces publicado el 22 de junio de 2014 en MUNDIARIO
De la España de Franco a la de Felipe VI median tan solo 39 años; pero el afloramiento de planteamientos monárquicos y republicanos parecen retrotraernos a 1931.
Me pregunto si, en realidad, existen en este momento una España republicana y otra monárquica más allá del debate planteado mediáticamente, o si este debate es tan solo la expresión oportunista de unos y otros al socaire de una abdicación que muchos demandaban tras los supuestos devaneos amorosos del exmonarca y el gatillo fácil de este con los elefantes de Botswana, en un safari del que dijo haberse arrepentido y que nunca más repetiría.
Ante todo esto, sumado al "caso Nóos" y el ser o no ser en el procedimiento judicial consecuente de la que fue infanta Cristina -hoy simple familiar real- las voces que exigían un cambio en la casa real no se hicieron esperar. Curiosamente, cuando tal cambio se produce, los españoles amantes de la República se echan a la calle ondeando la bandera tricolor al grito de "España, mañana, será republicana" y culpando de los muchos males ciudadanos de estos penosos años a la monarquía. Los monárquicos -muchos de ellos nacidos al calor de las páginas de las revistas del corazón- se habían refugiado en un casi placentero déjà vu al considerar que la abdicación de Juan Carlos I iba a ser un seguro de continuidad en la persona de su hijo Felipe cuando, verdaderamente, tal cuestión no ha sido sino la espoleta que propició la explosión -ni mucho menos mayoritaria, al menos de momento- de un más o menos soterrado republicanismo.
Los monárquicos -un buen número de los cuales conservan el recuerdo del franquismo y sin haber abdicado de algunos o muchos de sus planteamientos- consideran que la monarquía parlamentaria está garantizada por los apoyos del PP, el PSOE y algunas otras formaciones políticas minoritarias que, a su vez, garantizan la mayoría en el Congreso y el Senado. Pero el PSOE se resquebraja en tales planteamientos de apoyo a la institución monárquica y nadie sabe exactamente qué va a pasar en este partido una vez Alfredo Pérez Rubalcaba abandone la secretaría general del mismo. Duda que, se dice, pudo haber suscitado la abdicación de Juan Carlos de Borbón tras los resultados electorales del 25 de mayo y un horizonte que se otea inseguro en los apoyos de las Cortes Generales a la institución monárquica.
¿Es España mayoritariamente monárquica por convicción o es republicana por deseos de cambio en una parte más o menos considerable de la ciudadanía? ¿Sabemos discernir lo bueno y lo malo que un Estado republicano ofrece como recambio a una monarquía republicana, o es que estamos realmente convencidos los españoles de que nuestro voto elige a un presidente del Gobierno frente e un rey que lo es por una simple cuestión hereditaria?
Muchos son los contertulios en radios y televisiones de este país en la encrucijada que bendicen una u otra fórmula, teniendo en cuenta que la continuidad en la monarquía nace de quien -Francisco Franco- en plena vigencia de su política intramuros otorga a un nieto de reyes -Juan Carlos de Borbón- la condición de heredero a título de Rey de una España entonces mayoritariamente franquista que, a la muerte del general ferrolano, aplaudió en el Congreso de los Diputados la asunción por Juan Carlos I de los poderes patrios y su lealtad a los principios fundamentales del Movimiento. Felipe VI es, por tanto, quien da continuidad a una monarquía cuyos eslabones se rompieron cuando los españoles de 1931 optaron por la II República y los militares encabezados por Franco no la restituyeron cuando, en abril de 1939, se daba por concluida una guerra cuyas heridas no sé con certeza si están restañadas o no en 2014.
Antón Luaces
Periodista. Colaborador de MUNDIARIO especializado en información marítima
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