Breve Historia Felipista de España

14.06.2014 11:26

Nota aclaratoria: Aunque no coincido plenamente con todas las afirmaciones u opiniones vertidas a continuación, he escogido esta serie de tres publicaciones, que bajo el mismo titulo que esta, ha publicado la web bolsamania.com en su blog "Estilos de Vida", dado su rigor histórico así como su buena radacción amena y facil de leer. Espero que os guste, en todo caso, el mérito es de ellos.

Breve Historia Felipista de España

Con motivo de la próxima coronación del Príncipe de Asturias para convertirse en Felipe VI, reúno aquí una breve Historia felipista de España, con la curiosa circunstancia de que representa perfectamente los periodos claves que han ido configurando una nación moderna y emprendedora, también llena de episodios oscuros y tristes, pero ese ha sido el factor común de todas las grandes naciones de la Tierra: una continuada espiral de momentos gloriosos y de terribles crisis sin orden ni concierto. De momento, a día de publicar este post, todavía no se conoce la fecha exacta del evento, aunque se asegura que ocurrirá entre los días 18 a 21 de junio del 2014 (yo apostaría por el día 19 o 20).

El primer Rey Felipe de la Historia de España fue llamado “El Hermoso” ya por sus contemporáneos, en una costumbre muy española de poner mote a todo ser que se movía con dos piernas o cuatro patas. Resulta evidente que no tenía ningún doble sentido el apelativo y se puede comprobar por las reproducciones que nos han llegado, que este Rey enamoraba con su belleza y presencia cautivadora a miembros de ambos sexos. Curiosamente sería otro rey, Luis XII de Francia, quien le impondría el apelativo de forma “oficial”. Felipe de Habsburgo nació en Brujas en 1478 y falleció en Burgos en 1506 súbitamente y a la temprana edad de 28 años, tras un apasionado juego de pelota y la ingesta de mucha agua fría estando aun sudando. Además de titular de la Casa Real de los Austrias, era duque de Borgoña por parte de madre.

Se considera a este rey como el primero de la Edad Moderna. Tras muchos roces con su suegro Fernando el Católico y desavenencias conyugales con su esposa Juana de Castilla (llamada “la loca”), sería proclamado Rey Felipe I de Castilla en el mismo año de su muerte. Con él, la rama familiar de los Austria se “imponía” a los Trastámara, pues no tenían descendencia masculina. Así que nos quedamos con las ganas de conocer los resultados de su personalidad en la gobernación de tan poderosa nación, un hombre nacido para ser Rey y muerto como tal, capaz de relegar, nada menos que al Rey Fernando II de Aragón e imponerse a la primera Dama de Castilla. La posteridad ha dejado de esta relación tortuosa entre “El Hermoso y La Loca” centenares de novelas, obras de teatro, canciones, ensayos y estudios como para llenar varias bibliotecas.

Felipe II es quizás el Rey más estudiado de la Historia de la humanidad. Ha pasado a los anales como un gran católico, emperador meticuloso e incansable trabajador, cuyas virtudes y defectos abarcaban todos los campos del saber de su tiempo, pues su mayor pasión era “il cognocimiento”.  Nació en Valladolid, en el año 1527 y falleció en El Escorial en 1598. Se casó cuatro veces, en orden cronológico con María Manuela de Portugal, María I de Inglaterra, Isabel de Valois y Ana de Austria. Ninguna de ellas le duraría más de 10 años, como si su destino fuera la de ser viudo a perpetuidad. De hecho, tras la muerte de su última esposa, en 1580, ya no volvería a casarse.

Por matrimonios, conquistas y tratados, fue Rey de España, Inglaterra, Portugal, Nápoles, Duque de Milán y de Borgoña, Rey de los Países Bajos, Sicilia y de las Indias, siendo el primer Emperador en la Historia que integraba territorios de todos los continentes del Planeta, en cuyo Imperio, decían, “no se ponía el Sol”. Regir y administrar los reinos heredados por su antecesor, Carlos I, no era tarea fácil, pero aumentar y conducir el destino de millones de personas, convirtiendo a España en la primera potencia económica y militar del mundo, nos tiene que resultar incuestionable que su saber hacer en las tareas de Gobierno, fueron acertadas en su mayor parte. Su voluntad era tan grande y su dedicación tan completa, que sintiéndose morir en Madrid, quiso que se le trasportase en una silla-tumbona elaborada expresamente para la ocasión, hasta el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, la construcción más espectacular de la época, una obra que hasta hoy en día despierta la admiración de expertos y neófitos. Para muchos, la “octava maravilla del mundo”.

Su figura encarna al fanatismo, imperialismo, despotismo, como al criminal y genocida que vio nunca la humanidad, pero claro, esa era la versión y “leyenda negra” que los protestantes y anglosajones, sobre todo, ayudados por los contrarios políticos a la Corona, difundieron incansablemente. Para la otra gran parte, sobre todo para la inmensa mayoría de católicos, sería el pilar fundamental donde descansaba el orden y los mandamientos de la Ley de Dios. Su austeridad y comportamiento siempre medido, además de su incansable sed de estudio y trabajo, le valió el mote de “El Prudente”, tanto para los que le rodeaban como para sus enemigos, señal de que la “leyenda negra”, no fue más que eso, una leyenda. De otra forma, su mote hubiese sido similar al de algunos zares rusos: cruel o sanguinario.

Entre las mayores gestas militares del reinado de Felipe II consta la Batalla de Lepanto, ocurrida en 1571, donde la victoria relegaba al Imperio Otomano a no distanciarse de sus posesiones orientales del Mediterráneo. Mantuvo a Europa a salvo de las sucesivas incursiones y piratería, y lo que es mejor, a no intentar una invasión inesperada. Esta gran batalla naval, sería la última donde las tropas lucharían cuerpo a cuerpo sobre las cubiertas. Dos años después reconstruyeron la flota y las tropas de Selim II reconquistarían dos plazas: Túnez y La Goleta, con un ejército de 100.000 soldados. Pero Felipe II pactó con su homólogo una tregua indefinida, ya que ambos estaban inmersos en otras guerras.

El episodio sobre el fracaso de la “Armada Invencible” sigue hoy en día en los debates de historiadores y aficionados. Para la época, Felipe II sólo intentaba recuperar lo que le correspondía por Derecho, como Rey de Inglaterra (había renunciado al trono, no le gustaron sus costumbres “bárbaras”, curiosamente se escandalizó de que se besasen a los labios al saludarse entre ellos), así que políticamente era correcto. En el plano de lo militar, la desgraciada muerte del Almirante Álvaro de Bazán justo antes de la partida y las condiciones meteorológicas, impidieron la expulsión de Isabel I del trono inglés en respuesta de la ejecución de María Estuardo. Pero pocos saben y muchos callan que Inglaterra también armó su “contra-armada” propia e intentó una invasión peninsular, todavía más desastrosa si cabe que la de Felipe II. En el cómputo general de esa guerra que duraría 16 años, España e Inglaterra se enfrentarían 4 veces, dos por mar y dos por tierra, quedando en un empate técnico a victorias. Lo positivo para Inglaterra fue la de posibilitar la conquista de América del Norte, pues era prácticamente imposible “vigilar” los continuos movimientos por mar y tierra de ingleses y holandeses.

 

Breve Historia Felipista de España II

Siguiendo la breve Historia Felipista de España II que reúno en honor a la Coronación del que será Felipe VI, me toca hablar de Felipe III, hijo de Felipe II y Ana de Austria. A este Rey le tocaría lidiar con la herencia territorial más extensa de todos los tiempos, pero también con un endeudamiento económico sin precedentes y revueltas internas de todo tipo. Su figura no tenía el caché del anterior emperador y padre, ni su presencia imponía la severidad y respeto de aquél, de hecho, si nos guiamos por el mote “El Piadoso”, con el que pasaría a la posteridad, nos dice bastante sobre su personalidad.

Felipe III nació en Madrid en 1578 y falleció en la misma ciudad en 1621. Su esposa, Margarita de Austria-Estiria fallecería en 1611 a los 26 años por una complicación en su último parto. Resulta un poco chocante que a este rey se le considere inferior a sus predecesores Felipe II y Carlos I, cuando consiguió incorporar nuevos territorios a tan vasto imperio en el Norte de África, alcanzar un nivel de esplendor cultural impresionante, sobre todo en Italia y sin apenas conflictos bélicos, instaurando la Pax Hispánica.

La política y la administración general, estaba dirigida por su valido el Duque de Lerma, cuyos episodios de enfrentamiento con la Reina consorte le valdrían numerosos sobresaltos, destituciones en el equipo de gobierno y hasta su destierro, aunque esto último sucediese ya fallecida la Reina. La gestión de este valido (figura creada por primera vez en la monarquía española), que actuaba “en nombre del Rey”, fue realmente muy positiva en líneas generales, pero el inmenso patrimonio que fueron atesorando tanto él como sus allegados, suscitaron envidias, sobre todo de la nobleza antigua española. De hecho, al final del reinado, sería sustituido por el duque de Uceda y el Gran inquisidor Aliaga, unos completos incompetentes a la hora de aplicar política y administración.

Duque de Lerma

Felipe III era un gran amante del teatro, de la cultura en general y también de la caza. Durante su reinado se desarrollaría parte del “Siglo de Oro” español (publicación de El Quijote). Los hechos más relevantes bajo su mandato fueron la expulsión de los moriscos ejecutada en 1609 (muy positiva para España en ese momento dado, pero no para los reinos de Murcia y Valencia ni, claro está, para los mismos moriscos), cuestión que nos daría para escribir un libro y de los gruesos, pues esta actuación les vendría muy bien a las arcas del Estado, pues dos años antes estaba en bancarrota, con suspensión de pagos incluida, herencia endémica de los anteriores monarcas y sus guerras. Con Inglaterra se obtuvo una paz bastante favorable con Jacobo I hasta su muerte en 1625. Holanda obtuvo reconocimiento como “provincia libre” y se pactó una paz que duraría también hasta 1621, cuando ya en España se miraba con demasiado recelo sus continuas intromisiones en las Indias y sus alianzas con los ingleses. La victoria en la Batalla de la Montaña Blanca de 1620 contra los checos, mantenía la supremacía de los Tercios en Europa.

En fin, sólo nos queda saber si este personaje de la realeza, de vivir el mismo tiempo de sus predecesores, pues falleció a los 42 años, hubiese conseguido una gloria similar o incluso superior. Resulta muy curiosa la similitud de la situación económica española de aquellos años: burbuja inmobiliaria muy bien organizada por el duque de Lerma, crisis, conatos independentistas (aunque no en las zonas de ahora pues no entraron ni vascos ni catalanes), multitud de denuncias contra los altos cargos públicos, corrupción, destituciones, etc. Curiosamente, “las soluciones”, a pesar de transcurrir 400 años también son similares. La opinión más aceptada para esta Pax Hispánica y que me parece lógica, es que su establecimiento no estaba motivada más que para rearmarse y continuar con el mantenimiento y expansión de un magnífico imperio.

Felipe IV nació en 1605 y reinó hasta su muerte en 1665. Hijo de Felipe III y María de Austria-Estiria, fue coronado en 1621. Se casaría dos veces, primero con Isabel de Borbón, fallecida en 1644 y posteriormente con Mariana de Austria. A la muerte del Rey se convertiría en Reina Regente hasta la mayoría de edad de su hijo Carlos II, varón que no se consiguió con el anterior matrimonio, pues sobrevivieron sólo las niñas. La muerte de esta Reina, 29 años menor que su marido, acaeció en 1696 en Madrid.

Si en el anterior reinado de su padre la figura del valido salió bastante “rentable” en los asuntos de Estado, Felipe IV daría tamaña licencia esta vez al Conde-Duque de Olivares hasta 1643, en que decidió desterrarlo, culpándolo sobre todo de los problemas con la guerra contra Francia y las graves revueltas que tomaban carácter independentista en Cataluña, Aragón, Andalucía y Portugal. Desde esta fecha no delegaría las funciones de gobierno en nadie hasta 1659, curiosamente en la figura de Luis Méndez de Haro, sobrino del desterrado y que ostentaría el cargo de Primer Ministro.

Conde-duque de Olivares

Decir que con este monarca comenzaría el verdadero declive del Imperio Español, sería quizás demasiado aventurado, pero, la verdad, parece como si todos los problemas le hubiesen saltado a la cara y de pronto. Si se analiza con calma, seguramente nadie habría resuelto las papeletas con tanta “mala suerte”, para muchos: simple desacierto. Prácticamente no existía dominio en Europa que no reclamase: en Italia (Nápoles y Sicilia), Cataluña no fue sometida hasta 1652 tras un largo asedio y por la fuerza, pues se sintieron arropados por los franceses. La Batalla de Rocroi en 1643 hizo mucho daño al orgullo, y sólo la victoria en la Batalla de Valenciennes, en 1656, volvería a nivelar algo la balanza. Pero por poco tiempo, pues la alianza anglo-francesa terminaría con La Paz de los Pirineos, un Tratado firmado en 1659 donde se concedieron territorios a Francia nunca más recuperados. El mismo año de su muerte, en la derrota de la Batalla de Villaviciosa, contra las tropas de Alfonso VI de Portugal, apagaba cualquier esperanza de unión entre los dos imperios peninsulares.

La economía española estaba muy quebrada. Se alteró varias veces la moneda (bien es cierto que era una práctica habitual de todos los monarcas), pero en momentos de escasez, como en Andalucía, resultaba un motivo justificado para revueltas. Los impuestos subieron hasta extremos angustiosos (chispa que desató las de Aragón), las levas continuas, los nobles y grandes fortunas que se negaban a contribuir en la nueva tasa de lujo creada, fue apareciendo en definitiva un clima de recesión que se expandió por toda Europa, clima que no palió ni siquiera los convoyes repletos de plata que llegaban de las Indias.

Otro aspecto que desencadenó las antipatías generales sobre la monarquía española (y quizás lo más importante de todo) sería “la moral”. Parece un recurso fácil decir “no me toques la moral”, pero por muy gracioso que resulte, es lo que ocurrió en verdad. Felipe IV en su afán por mantener un imperio duradero y uniforme, pretendió imponer las costumbres castellanas a todo su ámbito de influencia. Ejecutó a Rodrigo Calderón, uno de los cerebros financieros y corruptos comprobados, autor del escándalo inmobiliario y financiero perpetrado por el duque de Lerma y compañía, siendo válido de su padre. También embargó los bienes de este “desgraciado” valido. Decretó la creación de un inventario de la fortuna de los altos cargos públicos y de importancia para controlarlos. Prohibió la emigración, incentivando la familia numerosa y la inmigración (en Valencia y Murcia la expulsión de los moriscos resultó desastrosa en todos los sentidos), encomendó a los jesuitas la creación de numerosos centros de enseñanza, como el Colegio Real de Madrid en 1629, prohibición de la prostitución en todos los territorios sin excepción, etc. ¿Curiosas resoluciones, verdad? ¿Os suena de algo aunque hayan transcurrido casi 400 años? Ni qué decir de que la mayoría de imposiciones no llegaron a buen término, quizás la moda en el vestir si, pues Europa imitó la moda castellana y sus “trajes regionales” tienen sus fundamentos en la Península Ibérica, de ahí el llamativo “parecido” de los vestidos femeninos “de gala” rusos con los holandeses, franceses y españoles, según se dice en los estudios modernos sobre el folklore en nuestro continente. ¿Felipe IV rey bueno o malo? Los ojos que mejor lo han retratado han sido sin duda los de Velázquez, pues son capaces de mostrar lo que los libros no pueden. Nadie como él para retratar a la más poderosa dinastía que reinaba sobre la Tierra por aquél entonces.

 

El primero y el último Borbón

Como final de esta pequeña entrega titulada: Breve Historia Felipista de España, que he separado en tres partes, queda el quinto de los reyes que han gobernado con dicho nombre, curiosamente el primer rey de la Casa Borbón, en conmemoración a la próxima coronación de Felipe VI. Así tenemos: el primero y el último Borbón, separados en el tiempo por más de 300 años, reunidos en un mismo texto, con la intención de conocer algo los precedentes y algunas figuras principales que han desfilado por esta vasta Historia de España, del mismo modo que el futuro Rey tendrá que “jugar su papel” amoldándose a nuestros tiempos y buscar el “mote” que lo califique para la posteridad.

Felipe V nació en Versalles, en 1683 y falleció en Madrid en el año 1746. Se sentaría en el Trono de España en 1700, hecho que lo convierte en el monarca que más tiempo ha gobernado en toda la Historia del país. Así que resulta algo complicado resumir una gestión tan prolongada, sobre todo porque ocurrieron muchísimos hechos de gran relevancia, tanto en el interior de la Península, como en Europa y América.

Tras la muerte de Carlos II “El Hechizado”, se le efectuó una autopsia digna de un estudio científico: «no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua». En esas condiciones, se explica por qué la Casa de los Habsburgo en España terminó sin herederos. Felipe V sería el elegido por derecho dinástico y testamento a sucederle, aunque el archiduque Carlos de Austria mantendría, hasta su muerte, las pretensiones al Trono de España, una cuestión que regaría en sangre los campos del Viejo Continente durante todo su reinado.

Felipe V tomó posesión cuando ya se vivía una convulsión territorial grande. Las Casas Reales de Inglaterra, Francia, Alemania, Austria y los socios que se aliaban dependiendo de los intereses, caso de Holanda, Rusia, Hungría, etc., echaban mano de sus “derechos dinásticos” sobre los territorios, o simplemente recurrían a derechos históricos, así que no había país que no reclamase Flandes, sur de Italia, principados o los condados que el Imperio Español tenía diseminados. Así que se puede decir que Felipe V luchó contra todos, incluyendo a los antiguos reinos españoles que, con el pretexto de esta pugna por la Sucesión al Trono, pretendían independizarse o, al menos, un mayor protagonismo en los asuntos “españoles”.

Bien mirado, a Felipe V no le salió del todo mal su gestión: bien es cierto que perdería la mayoría de territorios en Europa, pero mantuvo las Colonias Americanas, incluso se expandiría por Norte América, y terminó para siempre con las pretensiones del antiguo Reino de Aragón de la manera más tajante y violenta posible. Tras la Batalla de Almansa (1707), se aplicaron las Leyes de Castilla a todo el territorio peninsular, salvo en Navarra, Vascongadas y el Valle de Arán, que mantuvieron sus Fueros. El Tratado de Utrecht estableció el nuevo mapa político de Europa: Felipe V perdía incluso Menorca y Gibraltar en favor de la Corona Inglesa, pero a cambio fue reconocido como Monarca de España. El archiduque Carlos se sentaría en el Trono de Alemania, pero continuó obsesionado con sus pretensiones al Imperio.

Felipe V tuvo cuatro hijos con su primera esposa: María Luisa Gabriela de Saboya, fallecida en Madrid, en el año 1714, de tuberculosis a los 25 años de edad. De esta unión nacería el sucesor al Trono Fernando VI. Su segunda esposa sería Isabel de Farnesio con la que tuvo siete hijos, entre ellos, el futuro Rey Carlos III. La personalidad de este primer Borbón nos viene dividida en opiniones contrarias de sus contemporáneos. El apelativo de “El Animoso” se dice que se lo pusieron por el talante con que emprendía las guerras, único momento en que se “liberaba” del tedio de la Corte. Pero en cambio existen otras opiniones que lo definen como “hombre familiar, muy religioso, con gran sentido de la rectitud, muy religioso y temeroso del diablo”. Lo más probable es que la personalidad sea más bien una mezcla de todas esas opiniones, surgidas de momentos puntuales. Lo que resulta innegable es que, a fuerza de combatir en el campo de batalla, le debe gustar la guerra a cualquiera. Aunque sea un tópico, se puede definir también a Felipe V por éstas, ya que apenas tuvo periodo de paz considerable en su reinado:

  • Guerra de Sucesión española (1701-1715)
  • Guerra de la Cuádruple Alianza (1718-1720)
  • Guerra anglo-española de 1727 (1727-1729)
  • Guerra de Sucesión polaca (1733-1738)
  • Guerra de la oreja de Jenkins (1739-1748)
  • Guerra de Sucesión austriaca (1740-1748).

El ambiente bélico de su antepasado no tiene nada que ver con el presente. Nacido y crecido en un momento de gran desarrollo, tanto económico como político, en un sistema de Monarquía Parlamentaria, en algo más de una semana Felipe VI será coronado como Rey de España. Esa fecha de mediados de junio del 2014 pasará a la Historia de España en letras mayúsculas.

Felipe de Borbón y Grecia tendrá entonces 46 años, pues nació en Madrid, en el año 1968. Es hijo del Rey Juan Carlos I y de la Princesa de Grecia y Dinamarca, la Reina de España Sofía de Grecia, cuyo “papel exquisito” dentro de la Historia, prometo “reconocer” en un futuro post. Está casado con Leticia Ortiz desde el 2004, que pasará a convertirse en Reina Consorte de España, y tienen ambos dos hijas: Leonor de Borbón, que ostentará el título de Princesa de Asturias y Sofía de Borbón.

Poder adivinar si la labor de un monarca será acertado resulta tan descabellado como pretender conocer el futuro. Lo innegable es que la labor del Rey Juan Carlos I, impecable en las relaciones internacionales, sobre todo para el comercio, y en su papel conciliador entre las fuerzas políticas en España, ha procurado también que su sucesor estuviese debidamente preparado y consta que Felipe ha tenido los mejores profesores en cada área del conocimiento y la práctica, tanto en lo civil como en lo militar. Estos últimos años se le han encomendado numerosas “apariciones públicas” y dentro de poco conoceremos el cariz que toman sus discursos: si continúa el tono de “concordia” de las últimas décadas o si su “firma particular” aparecerá desde el mismo día de su Coronación. Por mi parte y los del equipo de redactores, le deseamos mucha suerte en este inmenso proyecto, que no es otro que el futuro de España.

Nota final: Hubo otro Felipe en España, Felipe González, que si bien no era un Borbón ni pertenecía a la Dinastía maldita y no gobernó cvomo un "rey" si lo hizo como un "virrey" convirtiendo a España en su cortijo particular y a los españoiles como a sus jornalertos. Un señoitito andaluz en toda regla.

Y si hubo un virrey sevillano no olvidemos al virrey catalán Jordi Pujol. "Tranquil Jordi, tranquil" le dijo telefónicamente Juan Carlos la negra y larga noche del 23-F

 

Fuente: “Estilos de vida” un blog de https://www.bolsamania.com/