Quizás podría estar ahí la respuesta, pero no es así. Eso de que no reina o no gobierna es una falacia, porque, con este sistema político, los deseos o caprichos del rey han sido y son ley, o mejor dicho, Real Decreto, lo que aún es peor pues son promulgados por simple arbitrariedad del gobierno de turno sin tener que consultar con el Congreso.

Hace muchos años, una de las mentes políticas más preclaras de la España de entonces ya dijo que "España ha venido a menos por una triple división: por la división engendrada por los separatismos locales, por la división engendrada entre los partidos, por la división engendrada por la lucha de clases", Bien, eso sigue estando vigente hoy en día aunque hay que añadirle una cuarta división, la engendrada por la Monarquía felona instalada en España.

Hoy, esta España -que se encuentra en un estado de total descomposición-, necesita, más que nunca, un cambio radical de modelo político y social lo que no significa, de ningún modo, volver a los años 30 y a una república revanchista que termine la tarea que le quedó pendiente porque eso sí sería un crimen de lesa humanidad.

Hoy, el Estado, debe de dar paso a un nuevo sistema integrador que devuelva a los españoles una fe resuelta en esa gran empresa que es España; que recupere los valores morales que se han ido quedando en este tortuoso camino recorrido en los últimos 39 años; y, sobre todo, que sea capaz de traer un aire limpio de impurezas y corrupción que devuelva, de nuevo, la esperanza a un pueblo cansado ya hasta el hartazgo de un sistema corrupto emponzoñado con sus propias bilis.

España está podrida y necesita asepsia urgente si no quiere morir de una septicemia galopante

Eso no quiere decir que no se le deba dar un voto de confianza a Felipe, pues difícil tarea la que se le viene encima, sino un aviso recordatorio de que los españoles pueden acostarse monárquicos y despertarse republicanos, ya pasó una vez y, hoy, podría repetirse la historia.

¿Este cambio puede realizarse desde un modelo de Monarquía parlamentaria?

¿Por qué no? ¿Quién dice que no? ¿Los nostálgicos mata patrias de una república anarco-bolchevique, sangrienta y asesina, ansiosos de tomarse la revancha y terminar su tarea desintegradora y magnicida que dejaron inconclusa hace ya más de 80 años? Seamos honestos, la respuesta solamente está en quien, a partir del día 19, reinará sobre los destinos de la Patria. La Historia le está dando una oportunidad, probablemente la única, de redimir el denostado apellido de su estirpe devolviéndole las ilusiones y esperanzas perdidas a un pueblo que, de momento, aún no lo desprecia lo que no quiere decir que lo quiera. Ese amor y ese respeto del pueblo que hoy, hipócritamente o por temor, le aclama, tendrá que ganárselo de nuevo con  sus actitudes y su capacidad y empatía.

Hoy, los patanes de turno, dicen que no se puede ser republicano y patriota

¡Qué pena dan! ¡Que se lo digan a los yanquis o a los franceses!

¿Por qué no dicen la verdad? Hoy lo que no se puede es ser republicano con ideas exportadas del chavismo castrista-bolivariano, pero si se puede, y quizás se deba, ser republicano genuinamente nacional y patriota y reconstruir un estado moderno con la mirada puesta en el futuro olvidándose, de una vez por todas, de un pasado que nos debería de llenar más de vergüenza que de orgullo.

Quizás, aunque nadie lo diga, lo que le sobra a esta España sean los partidos políticos o los separatismos provincianos y locales pero de eso nadie se atreve a hablar por temor a ser tildado de fascista.

¿Monarquía o República?

Que decida Felipe VI.